31/7/17

APROVECHAMIENTO

Tomada de la red.

Pareces un salmonete, dijo mamá al verlo tan colorado. Papá se puso crema y le volvió el color tostado de la piel. A los pocos días, regresó de la pesca y el buceo con unas hendiduras extrañas detrás de las orejas que parecían latir con su respiración. Mamá dijo que debería ir al médico, pero él no hizo caso. Abandonó la partida de cartas y el café con los amigos.
     Dejó de hablar un anochecer de calor espeso y grillos enloquecidos y, durante un tiempo, se comunicó por señas; después, ni eso. Salía al atardecer, tapado con un verdugo, a pesar del bochorno que parecía no afectarle, y volvía con la noche a punto de disiparse. Mamá andaba todo el día sobresaltada y se retorcía las manos poco antes del regreso de papá, siempre esperando algo nuevo, pero no hacía nada al respecto. Hasta aquel día cuando me despertó el olor intenso a mar. Dos hileras de dientes de sierra se abrían a escasos centímetros de mi cara. Entonces mamá actuó. Estuvimos comiendo pescado  todo el verano. Acabé por aborrecerlo.

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